A través de la ventana oigo
un gemido en la noche,
apenas un lamento apagado.
El vacío nocturno se agazapa
contra los bloques de hormigón,
inmóvil,
a la espera de algo.
Sólo el insomnio me permite escuchar
a esta criatura débil
en la inmensidad de la urbe:
una muchacha herida
que apenas susurra su llanto,
bajo mi ventana,
sola.
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