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jueves, 13 de noviembre de 2008

Génesis de la modernidad

La palabra moderno empezó a usarse a finales del siglo V para deslindar lo que era el presente cristiano, que acababa de oficializarse, del pasado pagano. La «modernidad», que expresa la conciencia de una época frente al pasado de la antigüedad, se comprende como el resultado de lo antiguo frente a lo nuevo. Esto no sólo es válido cuando nos referimos al Renacimiento, que marca para nosotros el comienzo de la Edad Moderna, sino que es un fenómeno que aparece en Europa cada vez que se forma la conciencia de una nueva época.

Ahora bien, si siempre se había entendido la antigüedad como un modelo digno de imitación, el desarrollo científico y los ideales de la Revolución Francesa, inspiran la idea del progreso ilimitado del conocimiento y de la marcha hacia un mundo mejor, tanto social como espiritualmente. Rompiendo, de esta manera, el hechizo que las obras clásicas del mundo antiguo había ejercido sobre los pioneros de lo moderno.

Moderno es, por lo tanto, lo que da expresión objetiva a la actualidad del espíritu de la época. Lo característico de las obras modernas es lo nuevo. Lo que, a su vez, será superado por las innovaciones de los estilos futuros. Pero, a diferencia de la moda, que es relegada al pasado y pasa de moda, lo moderno tiende a ser clásico. Podemos decir así que clásico es, entonces, todo lo que sobrevive a su tiempo. La obra moderna certifica su modernidad si se apropia de esa fuerza. Una fuerza que le viene de la autenticidad de lo actual: lo moderno crea su propio clasicismo.


Polonesa de Chopin Op.53

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