Regalo mis versos como desde una nave negra
reparten los héroes la mola en la hecatombe.
Atormentado y erguido, he caminado en los márgenes
del tiempo, del mar, de la historia,
soportando la verdad como unidad de medida.
Un viento cálido y seco soy para el corazón de los hombres
porque no exijo fe ni fabrico profecías.
Nadie es dueño de mis palabras,
a nadie trato de seducir con ellas.
Solo voy como solos vamos todos,
la piel convertida en una armadura desnuda e inflexible,
con la brutal necesidad de seguir escribiendo
con los colores del índigo.
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