
Aquí nadie se responsabiliza de lo que vota. Ni de lo que calla. Ni siquiera de las tragaderas con que se aguantan los mayores abusos y las peores injusticias. Padecemos un virus terrible que nos mantiene adocenados, el QLVH. Ya saben: el "Qué Le Vamos a Hacer".
En vez de responsabilidad cívica, indolencia. En vez de sobriedad, consumo y exhibicionismo. En vez de autocultivación y superación, abandono personal. En vez de ciudadanos, súbditos. Qué le vamos a hacer. Cerca de doscientos mil parados en una crisis económica que dispara los precios de los productos de primera necesidad. Y qué le vamos a hacer. Una sanidad pésima, con listas de espera verdaderamente criminales, pero qué le vamos a hacer. La jornada laboral más larga y los peores sueldos de la Unión Europea. En fin, qué le vamos a hacer. Pagando con nuestros impuestos la carnicería de Irak, y ya me dirá usted qué le vamos a hacer. Una educación malísima, con un fracaso escolar de escándalo, y qué quieren qué les haga.
Como animalitos, trabajar durante la semana y descargar el fin de semana, y a vivir que son tres días."¿Qué destruye más a un hombre que trabajar, pensar y sentir sin necesidad interior, sin ningún deseo personal profundo, sin placer, como un mero autómata del deber?" -preguntaba Nietszche-. "Ésa es la receta de la decadencia, y no menos de la idiotez". Dirán que mejor lo dejo. Pero no: el asunto no es "qué le vamos a hacer", sino qué es necesario hacer. A la calle que ya es hora. O sea.
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