Canarias se pudre, entre la inacción y la miseria. Hemos pasado de movilizaciones mal convocadas a que los próceres al uso ya ni se molesten en convocarlas. No es desánimo: es puro gandulismo. Ni siquiera les cabe la excusa de la incapacidad intelectual que padecen y cultivan. Se trata de lo que son, y de como viven. Y su vida de señoritingos no es nuestra vida.
Con los salarios más bajos de todo el Estado, la jornada más larga, el récord de paro y más del 70% de nuestros jóvenes sin empleo y sin futuro, permanecemos desarmados, atemorizados, mirando como conejos deslumbrados hacia Europa, por si se vislumbra un gesto de piedad de los dioses del mercado y los dineros.
Pero los mendigos, aún cuando consigan muchas limosnas, no salen de su condición de miserables. Seguimos sumisos, colonizados, avasallados, sin organización y sin líderes. La Historia sigue pasando de largo en estas islas sumidas en la calima y el olvido.
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