Nada ha cambiado, pero ya nada es igual.
Hemos encontrado el final del túnel
para comprobar que es el comienzo de otro laberinto.
El amor es igual al resto de las cosas,
y los amigos no siempre son leales.
Nuestros poemas no cambian el mundo,
aunque a veces lo hagan más habitable.
Frente a nosotros, un jurado implacable,
un ejército acampado junto al mando a distancia,
una multitud incapaz de dar sentido a su existencia
pero decidida a toda costa a no cambiarla.
Es difícil llegar al corazón de los hombres
y, sin embargo, de vez en cuando,
algunas palabras son la chispa
que incendia las inmensas praderas de los corazones.
Por eso sigo escribiendo sobre el giro de la Galaxia,
los cuarenta mil niños que mueren cada día de hambre,
la continua expansión del Universo,
la claridad de la conciencia.
Hemos encontrado el final del túnel
para comprobar que es el comienzo de otro laberinto.
El amor es igual al resto de las cosas,
y los amigos no siempre son leales.
Nuestros poemas no cambian el mundo,
aunque a veces lo hagan más habitable.
Frente a nosotros, un jurado implacable,
un ejército acampado junto al mando a distancia,
una multitud incapaz de dar sentido a su existencia
pero decidida a toda costa a no cambiarla.
Es difícil llegar al corazón de los hombres
y, sin embargo, de vez en cuando,
algunas palabras son la chispa
que incendia las inmensas praderas de los corazones.
Por eso sigo escribiendo sobre el giro de la Galaxia,
los cuarenta mil niños que mueren cada día de hambre,
la continua expansión del Universo,
la claridad de la conciencia.
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