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domingo, 14 de marzo de 2010

Todos los circos el Circo

Explicaba Lenin que la democracia burguesa no sería lo que es si no poseyera poderosos medios de engaño. Esos medios se han ido haciendo cada vez más poderosos. A la brutal manipulación de la prensa escrita, de las agencias de noticias internacionales (todas en manos del imperialismo), de las emisoras de radio, de las películas estadounidenses con su hábil adoctrinamiento ideológico (y hasta los dibujos animados), de las religiones y su terrible poder sobre las mentes desde la infancia, de los planes educativos, se suma el hipnótico poder de la televisión.

Y ya no es sólo manipulación informativa. Durante cuatro o cinco horas al día de media, cada ciudadano se somete voluntariamente al lavado sistemático de cerebro disfrazado de "espectáculo". Y cuanto más morbo, cuanta más obscenidad (no la de tetas y culos, sino la del indecente desnudo de la privacidad), mejor.

La culpa, claro, no es la del que se sienta a ver lo que le echen. Llegar a casa cansado tras ocho o doce horas de trabajo alienado (y puteado), requiere desconexión del mundo real, que si no no hay quién aguante. O al revés, si estás en el paro y sin perspectivas, no te vas a quedar reflexionando sobre ello y amargándote. Televisión por vía intravenosa, por favor.

¡Que gran avance sobre el panem et circenses romano! Ahora no sólo no te garantizan el pan, sino que encima tienen montado el negocio de venderte el aparato del circo. Ya se sabe: puede faltar cualquier cosa en la casa, pero nunca un televisor. O dos. O tres.

1 comentario:

Dailos González Díaz dijo...

Cuando Rubén Blades grabó su "Pablo Pueblo", la empresa discográfica puso muchas pegas para editarla. Entre otras cosas decía que la salsa (en esos momentos una música muy vinculada a las clases humildes, emigrantes latinos en los suburbios de Nueva York) debía servir para desconectarse de los problemas de la realidad, no para recordárselos.