Que se le haya dado, por fin, el llamado Premio Canarias a José María Millares Sall no deja de ser el reconocimiento de una injusticia que ha durado décadas. Y que ya no tiene remedio para Pino Betancor, a la que no se lo dieron pese a merecerlo y que no pudo ver como se lo han dado a su enamorado compañero de toda la vida. Para mí supone que este año no tendré que recordar el sistemático insulto a uno de los más grandes poetas del mundo cuando le han dado el galardón a mediocridades cuya única virtud ha sido la de tener mejores relaciones políticas, editoriales o académicas. Enhorabuena, José María. Sé que para tí este premio -y el dinero que supone, que buena falta te hace- es importante.
Pentac, de Rodolfo Santana
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