En esta época de mercadeo y traficantes, loadas sean las prostitutas, porque la necesidad no conoce ley. Bienaventuradas ellas, pues no nos someten a humillantes listas de espera hasta que reventemos. Loor a las putas, pues no encierran a nuestros hijos en aulas de treinta y tantos alumnos para ahorrarse el salario de un maestro, y a hacer puñetas la educación. Y porque no obligan a maestros y maestras a exiliarse lejos de su entorno familiar y afectivo.
Veneremos a quienes anticipan su precio: unas miserables monedas. Y sin exigencias de ningún trato de favor para su religión, ni de que sea obligatoria en las escuelas, ni que se pague con dinero público el templo de su oficio.
Honradas sean las putas porque ellas, al menos, aparentan lo que son. Y no nos engañan ni nos manipulan a base de telediarios. Benditas sean las putas, porque no nos meten en guerras y bombardeos. Y porque su lucha es cuerpo a cuerpo, desarmadas. Exaltadas sean, pues no está en sus manos nuestra vida y hacienda, ni dictan sentencias injustas, ni nos mandan a la cárcel sin pruebas.
Alabadas sean las putas, porque no reciben subvenciones, ni se apropian de nuestros impuestos acogiéndose a la RIC. Encomiadas sean, porque no se cargan el medio ambiente, ni inventan nuevas formas de pulirse el dinero público a base de trenecitos innecesarios.
Glorifiquemos a las prostitutas, pues el suyo es un trabajo honrado y no se dedican a la especulación urbanística. Santificadas sean, porque no nos chupan la sangre con el REA, ni nos escatiman el salario. Y porque, a pesar de su oficio, no corrompen ni a jueces ni a políticos. Ellas son íntegras y libres de toda culpa.
Ensalzadas sean las putas porque, contra toda evidencia, no son sus hijos los que están en el poder. Frente a los hipócritas y los vendidos, enaltezcamos a las putas porque, al fin y al cabo, ellas no se venden: tan sólo se alquilan.
Veneremos a quienes anticipan su precio: unas miserables monedas. Y sin exigencias de ningún trato de favor para su religión, ni de que sea obligatoria en las escuelas, ni que se pague con dinero público el templo de su oficio.
Honradas sean las putas porque ellas, al menos, aparentan lo que son. Y no nos engañan ni nos manipulan a base de telediarios. Benditas sean las putas, porque no nos meten en guerras y bombardeos. Y porque su lucha es cuerpo a cuerpo, desarmadas. Exaltadas sean, pues no está en sus manos nuestra vida y hacienda, ni dictan sentencias injustas, ni nos mandan a la cárcel sin pruebas.
Alabadas sean las putas, porque no reciben subvenciones, ni se apropian de nuestros impuestos acogiéndose a la RIC. Encomiadas sean, porque no se cargan el medio ambiente, ni inventan nuevas formas de pulirse el dinero público a base de trenecitos innecesarios.
Glorifiquemos a las prostitutas, pues el suyo es un trabajo honrado y no se dedican a la especulación urbanística. Santificadas sean, porque no nos chupan la sangre con el REA, ni nos escatiman el salario. Y porque, a pesar de su oficio, no corrompen ni a jueces ni a políticos. Ellas son íntegras y libres de toda culpa.
Ensalzadas sean las putas porque, contra toda evidencia, no son sus hijos los que están en el poder. Frente a los hipócritas y los vendidos, enaltezcamos a las putas porque, al fin y al cabo, ellas no se venden: tan sólo se alquilan.
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