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sábado, 26 de abril de 2014

A cara descubierta

¿Es acaso el juez Elpidio Silva un “antisistema”, un revolucionario irreductible, un rebelde? Ni por asomo. Silva ha sido y es un hombre “de orden”, un defensor del Estado burgués. Sorprende, por lo tanto, cómo este probo funcionario, este apparatchik, se ha convertido en el enemigo público para los poderes del Estado, para todo el espectro de los medios de comunicación capitalistas. Tirios y troyanos, con mayor o menor intensidad lo tachan de loco y prevaricador.

El crimen de Silva ha sido creerse él mismo toda la teórica del “Estado de Derecho” y aplicar la ley… a un “intocable”. Atreverse a enviar a prisión a un delincuente del Régimen. No solo le resulta intolerable a la parasitaria oligarquía española sino que, lo que es peor, supone un mal ejemplo a extirpar como sea.

Por eso, el viejo aparato de la “Justicia” fascista no sólo lo tritura sin compasión, sino que lo hace saltándose las mínimas garantías procesales de su propio “derecho”. Sin guardar las formas. Sin cortarse un pelo. Sin complejos. Nada de “boberías democráticas” ni zarandajas. Hay que dar un escarmiento que deje temblando a cualquier otro juez que se atreva a tocarle las gónadas a “la gente que importa”. Lo que se llama un “aviso a navegantes”. Democracia y dos piedras, digamos.

Y lo hacen a cara descubierta. Sin embozos ni pasamontañas.

Y a degüello.

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