Necesitamos que nos quieran, que nos hagan carantoñas, que nos den mimos, que nos desparasiten. Somos seres sociales, juguetones, cariñosos, fuertes como grupo y débiles de uno en una. Cuando nos convertimos en lobos unos contra otros, clase contra clase, dejamos de ser humanos. Deslumbrados por el oro y las baratijas, muchos se niegan de esa manera.
Me reconozco primate. Y necesito poco: cobijo, calor, comida, agua, cariño, sexo. Y como humano poca cosa más: un libro de poesía, tabaco, el socialismo, alguien que me rasque la espalda. ¡Oooh, sí!
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