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sábado, 9 de febrero de 2013

Ideología

Recientemente he sido acusado en un debate público, entre otras lindezas, de estar “cegado” por mi ideología. Pero la ideología es, ni más ni menos, el punto de vista que uno adopta para analizar la realidad. Dado que no tengo propiedades ni trabajadores que me generen plusvalías, ni rentas, no puedo tener la misma perspectiva de la vida que quienes están atados a su condición de clase privilegiada. Desposeído de todo, obligado a vender mi fuerza de trabajo para sobrevivir, nada de aquello lastra mi “ideología”. 

Dirán ustedes, y con razón, que la mayoría de los asalariados, sin embargo, están poseídos por la ideología burguesa. Nada más cierto. Ya explicaba Marx que, en cada sociedad, la ideología dominante es la de la clase dominante. Pero, habiendo dispuesto de acceso a lecturas heréticas y teniendo siempre poco respeto por las clases dominantes y las verdades consagradas, no tardé en adoptar una posición crítica que me hizo cuestionármelo todo. Comprenderán que no pueda adoptar el punto de vista de, digamos por ejemplo, Emilio Botín. O la de cualquier pequeño empresario siempre aspirando a convertirse, por algún mágico artificio, en un gran burgués. 

Lo que sí es verdad es que mis ideas, y la coherencia con ellas, no me han traído más que dificultades y problemas. A mí y a mi familia. Y ha hecho que perdiera “grandes oportunidades”. Así que bien podría decirse que estoy empobrecido por mi ideología. Y, como en la canción, si por pobre me desprecian, yo les concedo razón.

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