Con María Puig he tenido y tengo diferencias políticas. Pero no puedo sino reconocer su honestidad, su firmeza militante, su capacidad de trabajo y su estoicismo. Comunista convencida, ha soportado temporales especialmente duros, como el intento de Mauricio y sus secuaces de subsumir el PCC en Coalición Canaria.
Y lo que entonces se presentó como tragedia, hoy vuelve a repetirse como farsa: la farsa de intentar subordinar el PCC a Nueva Canarias (esto es, la escisión grancanaria de CC) y su estrategia.
Precisamente son sus virtudes las que concitan el odio de quienes entienden la política como una eterna conspiración y una carrera hacia las poltronas. Afortunadamente, los tiempos están cambiando. Y llega, de nuevo, la época de los comunistas. También de María.
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