El parpadeo del fluorescente aumentó las náuseas que sentía. La imagen que le devolvía el espejo, demacrado y con barba de varios días, tampoco ayudaba. Se echó agua en la cara. Con la mochila a cuestas volvió a la cafetería, donde Richard seguía tras la barra, mirándole con preocupación.
-Estás horrible, Rayco.
-Ya te dije que nada de nombres.
-Vale, no te conozco.
-Necesito encontrar a Tania.
-No pides tú nada.
-No me jodas, habrá alguna forma de llegar a ella. Alguien que conoce a alguien…
Richard le dio la espalda y se puso a preparar un té.
-Tómate esto, no te me vayas a desmayar aquí. Y échale los dos sobres de azúcar.
Bebió lentamente, confiando que el agua caliente se le quedara en el estómago. Al cabo de un rato Richard volvió a su lado.
-Pregunta por René, en el Space.
-Eso está en la otra punta de la ciudad.
-Es lo que hay. Y yo no te he dicho nada.
Salió a la calle. La claridad del día lo deslumbró un momento. Miró a su alrededor, pero no percibió ningún peligro inmediato.
No hay comentarios:
Publicar un comentario