
Al principio parecía gracioso: el Coyote nunca conseguía atrapar al Correcaminos. Pero, poco a poco, empezó a hartarnos esa constante superioridad del "Bip-bip" que eludía hasta las más elementales leyes de la física. El imperialista Correcaminos vencía siempre al ingenioso y subversivo Coyote. La rebelión contra este orden de cosas se nos presentaba como inútil. En nuestra infancia adocenada empezó a germinar el deseo de que el Coyote, irreductible y persistente, ganara por fin la guerra de Vietnam y cogiera de una vez al Correcaminos cabeza hueca e insufrible. Desde entonces estamos del lado de todos los que en el mundo usan su valor y su ingenio para que, más temprano que tarde, los hambrientos coyotes de todas partes alcancen la victoria.
Esa es la tarea: almorzarse al Correcaminos. Y nacionalizar ACME. Para que, con la barriga llena, podamos, felices, aullar a la Luna.
Esa es la tarea: almorzarse al Correcaminos. Y nacionalizar ACME. Para que, con la barriga llena, podamos, felices, aullar a la Luna.
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