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miércoles, 1 de abril de 2009

Ya me llega el olor del salitre


Porque soy como el árbol talado que retoña:
aún tengo la vida.
Miguel Hernández

Ya me llega el olor del salitre.
No han podido destruirme ni siquiera con el terror,
o la desesperación,
o el disfraz en impecable estado de revista,
estos idiotas servosistematizados.

No han podido arrancarme de mis versos, de mis palabras aceradas,
de las oscuras raíces que me vinculan al magma y al éter;
no han podido hacerme renunciar a la resolución más hermosa que poseo,
vencedora de los machacamientos de encéfalos y cerebelos blanqueados.

Me esperan fuera gentes que ni siquiera me conocen.
Acaso esa mujer que vuelve de la compra a sus calderos
como si fuera a hacer un poema con cilantro y perejil y hierba huerto.
O quizá ese viejo que en la plaza aguarda que se abran las puertas del sol
para diluirse entre picadura y tos, suavemente.

Me esperan fuera los que no me leen, los que no saben que existo,
las amplias masas derrotadas antes de la batalla,
esa niña que descubre su sangre, vecina de mi casa
y esa adolescente que al pasar desea mi carne con una fuerza irrepetible.

Tengo que volver para esa abuela cubana paridora de muchas vidas,
de manos cansadas y ojos de historia y de años.
Para los enamorados,
para los que vomitan angustia por las mañanas,
para los que nunca son escuchados, he de volver.
Me esperan todos, con sus ojos y sus oídos y sus órganos sexuales
donde, sin saberlo, están mis versos.
Vuelvo para los cadáveres devorados por las hormigas,
para el que murió acuchillado en una esquina cuando iba a cruzar el mundo,
para los hombres agonizantes y las mujeres embarazadas.

Vuelvo para el que abrió la llave del gas y amaneció definitivamente pálido,
para la muchacha que será depredada por el ejército de machos,
para el niño que se baña entre las bolsas flotantes de Las Canteras.
Vuelvo para los que duermen, para los que no saben leer,
para el amenazado, el que no tiene salida.
Para mi amante enamorada que me espera.
Para todos vuelvo.

Porque aún tengo la vida.

(De Si me prguntas de dónde vengo)


Bajo el alisio, de Rodolfo Santana

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