en que la historia toma forma de autovía
y pequeñas flores al borde del asfalto
nos sirven de rascacielos esparcidos
para la lucidez y las amanitas,
llegando a este tiempo en que
nos crecen bosques en las cejas
o fuegos de artificio, o bombas de napalm,
llegando a este tiempo en que
las guitarras sirven de refugios atómicos
o de lechos para los amantes perseguidos
y acosados
(siempre acosados).
Llegando a este punto del camino
al borde del precipicio o las amplias alamedas,
con miles de sombras que nos acechan
y dianas y dardos y granadas en flor
y discos y señales luminosas.
Llegando a este tiempo, en fin,
advertencia:
vamos a pelear indefinidamente,
hasta el asalto final al suicidio,
hasta la eclosión de la tierra o la sal
hasta el abrazo final
hasta el adorno final
hasta el bocadillo final
hasta el periódico final
y las últimas noticias,
hasta el paseo final
y la última acera,
hasta la guagua final,
hasta el grito final
hasta el salto final
hasta la victoria final
hasta el carajo final
hasta el carajo final
qué coño,hasta la muerte.
(De Si me preguntas de dónde vengo).
Montuno, de Rodolfo Santana
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