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domingo, 14 de diciembre de 2008

Gaza

Durante la segunda guerra mundial, los nazis encerraron a los judíos de Europa oriental en sus barrios, convertidos nuevamente en ghettos. Aislándolos, por medio de murallas, de todo contacto con el exterior. Así ocurrió en Vilna, en Kaunas, en Cracovia, en Lublin, en Lwów, en Riga, en Bialystok. El de Lodz contaba con 170.000 judíos, y el de Varsovia con más de 500.000.

Superpoblado y progresivamente asfixiado por la insuficiencia de avituallamientos, los progroms y las “sacas” hacia los campos de concentración, y reducido a 40.000 desesperados habitantes, el ghetto de Varsovia se rebeló en la primavera de 1943. Tras una heroica resistencia, fue destruido piedra por piedra y persona por persona.

Paradójicamente, ahora es el Estado de Israel, fundamentado en la raza y la religión, quién levanta muros en torno al ghetto de Gaza, intentando asfixiar a los palestinos. Derrotar por hambre a más de un millón de personas. Minar su moral con el asesinato de sus dirigentes. Seguir practicando la política de arrestos arbitrarios. De torturas, legalizadas bajo el eufemismo de “presión física” en los interrogatorios. De masivos encarcelamientos sin juicio.

Expulsados de sus tierras y de sus casas, los palestinos tienen que soportar, además, como los bulldozers israelíes derriban sistemáticamente la vivienda de la familia de cada uno de los detenidos, hasta no dejar piedra sobre piedra. Temblando ante las represalias y los bombardeos indiscriminados de la wehrmacht israelí sobre una indefensa población civil.

Ah, y los niños palestinos. Los adolescentes del ghetto que han crecido bajo las balas de los soldados, tiroteados, asediados, represaliados, sin futuro. Esos niños que vemos caer asesinados desde la comodidad de nuestros salones, con la suficiencia moral de quién está bien comido. Esos niños que tiran piedras contra los pelotones del “apartheid”, contra las tropas de asalto de un estado armado hasta los dientes y respaldado por el todopoderoso imperialismo.

Qué ingenuidad, diremos. Sí, qué ingenuidad nacer palestino, y pretender respirar. Que tontería ser niño en Gaza o en Bagdag, ser árabe, subsahariano, bengalí. Qué estupidez ser pobre y defender el derecho a existir. Qué locura la de los niños que lanzan piedras a los tanques. Sí, qué hermosa lucidez.


Bob Dylan canta Unbelievable

1 comentario:

Ana Jácome dijo...

Campaña urgente instando a un alto al fuego inmediato en Gaza

http://www.avaaz.org/en/gaza_time_for_peace/