Difícilmente tiene solución esa enfermiza vocación del odio. Bertolt Bretch lo expresó mejor en su poema La máscara del mal:
Colgada en mi pared tengo una talla japonesa
máscara de un demonio maligno, pintada en oro.
Compasivamente miro
las abultadas venas de la frente, que revelan
el esfuerzo que cuesta ser malvado.
máscara de un demonio maligno, pintada en oro.
Compasivamente miro
las abultadas venas de la frente, que revelan
el esfuerzo que cuesta ser malvado.
Barón Rojo interpretan Resistiré
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