Por fin, llega a una puerta de la que no sale grito alguno, ni señal de dolor o tormento. Sólo se oye a través de ella un sordo rumor, como una cantinela: "o-aa-oa, o-aa-oa...". Ante tremenda diferencia con todo lo demás, se vuelve al Demonio y asegura categórico: "Ésta". "Muy bien", dice Satanás. Entonces abre la puerta y el condenado ve horrorizado lo que ha elegido para sí mismo: un inmenso mar de mierda, lleno de condenados a los que el nivel de la porquería les llega al borde del labio inferior. Y que imploran a los demás como en un rezo: "No hagan olas, no hagan olas...".
Canarias ya es invendible como paraíso. Más bien como un largo pasillo lleno de casos y más casos de corrupción. Curiosamente, las puertas nunca terminan de abrirse. Algún pez chico (funcionario o político) sufre más o menos molestias, pero los peces gordos, los grandes capitalistas beneficiados, nunca son descubiertos. Claro que, si de verdad se quiere investigar, bueno sería saber que ha pasado con la materialización de los 20.000 millones de la RIC. No hagan olas.
Carlos Puebla y Los Tradicionales cantan Y en eso llegó Fidel
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