Lo explicaba Marx: en cada socie-dad, la ideología dominante es la de la clase dominante. Y aquí la clase dominante está convencida de que los canarios somos inferiores. Nuestros profesores son inferiores: por eso hay que importarlos de fuera, mediante oposiciones en las que el conocimiento de la realidad social y cultural de Canarias no cuenta para nada. Nuestros trabajadores son inferiores. Nuestros escritores son de andar por casa. Nuestros artistas son de pega. Permitimos que en nuestra propia tierra nos traten con condescendencia, en el mejor de los casos, cuando no con desprecio.
Dirán ustedes que todo eso es racismo. Y tendrán razón. Añadirán, además, que es colonialismo. Y volverán a tener razón. Pero se trata de algo más. Es la endofobia, sistemáticamente inculcada a los nativos. El odio a lo propio. No es de extrañar: lo propio parece poco apetecible, cosa de perdedores.
Hace apenas quinientos años nos invadieron. Nos derrotaron militarmente. Nos quitaron la tierra. Nos impusieron su idioma y su religión. Asesinaron a nuestros hombres. Violaron a nuestras mujeres. Nos vendieron como esclavos. Nos obligaron a borrar nuestros orígenes y a escondernos tras los apellidos de los invasores. Nos sojuzgaron con el "impuesto de sangre", que obligaba a embarcar a cinco familias canarias por cada cien toneladas de mercancías con destino a América.
La cosa llegó a tal extremo que tuvieron que importar mano de obra de otros lados: Madeira, Senegal, Guinea. Esclavos unos y esclavos otros. Derecho de pernada para los señores hasta bien entrado el siglo XX. Hambrunas, sometimiento, miedo. Cuando llegó la hora de la independencia de las colonias americanas, la burguesía criolla fue comprada con las treinta monedas de los puertos francos. Más tarde sería el REF (con la RIC y el REA) o las subvenciones de la UE. Nos han adoctrinado en la superioridad europea, y en que nunca llegaremos a nada. ¿Qué otra opinión podríamos tener de nosotros mismos? Ya se sabe: en colonias, sol y playas, timple y sumisión.
Dirán ustedes que todo eso es racismo. Y tendrán razón. Añadirán, además, que es colonialismo. Y volverán a tener razón. Pero se trata de algo más. Es la endofobia, sistemáticamente inculcada a los nativos. El odio a lo propio. No es de extrañar: lo propio parece poco apetecible, cosa de perdedores.
Hace apenas quinientos años nos invadieron. Nos derrotaron militarmente. Nos quitaron la tierra. Nos impusieron su idioma y su religión. Asesinaron a nuestros hombres. Violaron a nuestras mujeres. Nos vendieron como esclavos. Nos obligaron a borrar nuestros orígenes y a escondernos tras los apellidos de los invasores. Nos sojuzgaron con el "impuesto de sangre", que obligaba a embarcar a cinco familias canarias por cada cien toneladas de mercancías con destino a América.
La cosa llegó a tal extremo que tuvieron que importar mano de obra de otros lados: Madeira, Senegal, Guinea. Esclavos unos y esclavos otros. Derecho de pernada para los señores hasta bien entrado el siglo XX. Hambrunas, sometimiento, miedo. Cuando llegó la hora de la independencia de las colonias americanas, la burguesía criolla fue comprada con las treinta monedas de los puertos francos. Más tarde sería el REF (con la RIC y el REA) o las subvenciones de la UE. Nos han adoctrinado en la superioridad europea, y en que nunca llegaremos a nada. ¿Qué otra opinión podríamos tener de nosotros mismos? Ya se sabe: en colonias, sol y playas, timple y sumisión.
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[Para el honor, medalla de oro. Fidel Castro.]
[Incertidumbre para el futuro económico del planeta. Gabriela Guerra Rey.]
[China: el modelo. Jaime Richart.]
[Lo que nunca saldrá de las cajas negras del MD82 de Spanair. Miguel A. Jordán.]
[Cuatro días de guerra. Alberto Piris.]
3 comentarios:
Querido Teo:
Estoy de acuerdo con el fondo de tu post,pero lo de "hace 500 años nos invadieron, (...) violaron a nuestras mujeres..". Hijo, no.
Primero, lo de "violaron a nuestras mujeres". Ya te vale.
Segundo, hace 500 años se estilaban esas cosas. O los castellanos, o los ingleses o los holandeses o cualquier otro país europeo.
¿"Nos" invadieron? ¿Estabas allí? Recuerda el poema de Pedro Flores en Memorial del Olvido. Somos los descendientes de aquellos muertos de hambre que vinieron a estas tierras.
Más sangrante es lo del canario siglo XXI, y la infame imagen de Canarias en el Parlamento (sea autonómico o español). Sí es cierto que del canario, de la clase ¿dominante? de esta sociedad, asusta y repele esa endofobia que tan bien describes (y que, por cierto, se percibe mucho más en nuestra provincia que en la otra, o bien en esta isla más que en Tenerife: allí a veces parecen del mismo Bilbao...).
No sé por qué sigues erosionando con ciertos tópicos verdades tan grandes que dices. No son ciertos y además te hacen presa fácil de críticas igualmente tópicas (aunque eso a ti te las reflanflinle, tú mismo).
Un abrazo,
Paula N.
Querida Paula:
En primer lugar, gracias por tu comentario. Debo aclararte que cuando hablo de "nuestras mujeres" no utilizo el posesivo en el sentido masculino, sino en el de pueblo (como "nuestros jóvenes", "nestras costas", etc.).
Tienes razón al decir que en el momento de la conquista yo no estaba "allí" personalmente. Pero "nosotros", como pueblo con una continuidad histórica, sí que lo estábabamos.
Uno de los mitos coloniales es la desaparición física de las canarias y los canarios precoloniales. La genética lo desmiente. Y desde luego, la inmensa mayoría no gozamos de los privilegios de conquistadores, sino de conquistados. Por eso, desde el punto de vista histórico, y sea cual sea nuestro linaje familiar, formamos parte del pueblo colonizado, y no de los colonizadores.
Intentaré explicarlo mejor la próxima.
Teo, mi niño: el problema es que no sé si hay tal continuidad histórica...
Coincido (y me repatea bastante) en que los canarios tenemos AÚN mentalidad de colonizados. Complejo de inferioridad, etc. Cuando no, repelentes pataletas de fingida dignidad que no es tal, sino pedigüeñismo (no sé si existe la palabra) mediocre.
(¿Ves? Lo que acabo de escribir lo ilustra, cawendiez...)
Qué difícil es encontrar un equilibrio racional: ni calvo, ni con siete pelucas.
De todas formas, no pretendo iniciar un debate que pudiera resultar manido, porque ni yo misma lo tengo claro: sólo tengo sensaciones, vivencias, ningún dogma (y soy muy fácil de convencer, además: eso que tengo en contra:)).
Un abrazo.
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