El Budismo es otra cosa que las trapisondas del Dalai Lama. En realidad, el lamaísmo tibetano es una mezcla feudal de la antigua religión Bön, animista y supersticiosa, con una envoltura de apariencia budista. Una falsificación, o sea.
A diferencia de otras religiones (que desarrollan una actividad tendente a fortalecer la propia nomenclatura religiosa), el Budismo originario es directamente personal. Y ateo.
La clave reside en que el estado de budeidad es algo que uno consigue por sí mismo: no se depende de una fuerza exterior ni de la aprobación de ningún dios (o vicario).
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