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sábado, 14 de junio de 2014

El PSOE Juliano

Tras el asesinato del emperador Pertinax a manos de la Guardia Pretoriana, ésta subastó el trono imperial al mejor postor. Marco Didio Severo Juliano venció en la puja a Tito Flavio Sulpiciano con una oferta de 25.000 sestercios por soldado (equivalentes a algo más de 33.000 euros actuales). De esta manera, Juliano fue proclamado emperador el 28 de marzo del año 193.

Poco le iban a durar los festejos. Tuvo la mala suerte de que ya avanzaba sobre Roma el ejército de Lucius Septimius Severus, con quince legiones veteranas y fuertemente armadas.

El Senado, siempre atento al viento que soplaba, se reunió el 1 de junio para proclamar unánimemente a Septimio Severo como imperator. Juliano permaneció en el Palacio Imperial, pero fue asesinado al día siguiente por órdenes del nuevo emperador. Apenas reinó 86 días. Cuenta el historiador Dión Casio, también senador, que las últimas palabras de Juliano fueron: “Pero, ¿qué he hecho mal? ¿A quién he matado?”.

El actual PSOE recuerda en su patetismo a Didio Juliano. Se hizo sobre los cadáveres del viejo PSOE a base de dinero extranjero, con la complacencia de la guardia pretoriana del fascismo, que necesitaba un muro de contención frente a los comunistas.

En su camino de renuncias y traiciones (monarquismo, lacayismo a los bancos y las grandes corporaciones, OTAN, reconversión industrial, privatizaciones a mansalva, contratos basura, sucesivos recortes de las pensiones futuras, asesinatos de Estado, leyes de excepción, indultos sistemáticos a torturadores, corruptelas, desahucios exprés, entrega del país a las potencias centrales europeas) no le ha temblado el pulso.

Por si alguien todavía estaba engañado, su entrega total y rendida a la sucesión dinástica, su pleitesía cortesana a la familia Borbón, su “sentido del Estado” (monárquico capitalista), han terminado de desvelar su verdadero rostro. Y más que patética, resulta repugnante la apelación a sus “raíces” y su “alma” republicanas. Es que no tienen remedio.

Mientras tanto, el Septimio Severo de la Historia cabalga con su ejército de parados y hambrientos sobre el régimen fortificado que defienden los “suicidatas”, como tan bien los ha definido Aníbal Malvar. Por muchos y desesperados intentos que hagan para resistir la ola, pronto habrán dejado de ser útiles al senado de banqueros y oligarcas españoles.

Y, más temprano que tarde, movilizaciones y elecciones mediante, veremos a Rubalcaba y sus huestes clamando por las esquinas: “Pero, ¿qué hemos hecho mal? ¿A quién hemos matado?”.

Como Didio Juliano, no entienden nada. O sea.

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