La lucidez es una pócima amarga, cuyos ingredientes no caen del cielo, sino que deben ser cultivados con esfuerzo y persistencia. No puede haber claridad de la conciencia si no hay reflexión y estudio, esfuerzo, determinación, constancia.
Pero la lucidez es también el camino solitario del corredor de fondo. Es ir contracorriente, a bolina del "sentido común" y los tópicos imperantes. Aquí no hay otros compañeros que el viento en contra, el desprecio de los adocenados, el dolor constante.
A veces, por un momento, encuentras otros caminantes. Alguna vez en los siglos la lucidez se convierte en muchedumbre. Mientras tanto, ¡ay!, voluntad de acero y apretar los dientes. Un paso detrás de otro: rendirse es traicionarse.
Cuando soplan el siroco y la calima,
queda un lugar habitable aún en este territorio:
algo de dignidad en la desgracia,
algo de estoicismo en el sufrimiento,
algo de coraje en la desdicha,
el valor indomable de los hombres libres.
queda un lugar habitable aún en este territorio:
algo de dignidad en la desgracia,
algo de estoicismo en el sufrimiento,
algo de coraje en la desdicha,
el valor indomable de los hombres libres.
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