Desde hace día y medio estoy ya de vacaciones. Dedicado intensamente a no hacer nada. Con fruición, digamos. Bueno, en realidad miento. Sigo con las reuniones de mi partido, con la escritura (y tengo algunos compromisos literarios que cumplir) y con algunos asuntos domésticos que se han vuelto ya inaplazables. La lectura no la cuento: sigue al mismo ritmo de todo el año, y además eso no es trabajo. Nada de aeropuertos, maletas y agobios acalorados en plena canícula. Nada de playas agostadas y pegajosas. Nada de complicaciones ni propósitos de la enmienda. Descansar de verdad, o sea. Y al no tener que cumplir con un horario durante un mes, puedo existir en la noche y en las frescas y largas horas de la madrugada. Los vampiros y yo somos así.
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Hace 18 horas
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