
Tengo cita con una bala en Samarkanda,
en la humedad crepuscular de Afrasiab.
Me espera un kilo de dinamita en Samarra,
en la orilla izquierda del Tigris.
Me acecha una granada en Orán,
o un vómito de sangre en Nankín,
la muerte en cualquier ciudad vestida de tristeza.
Me alertan amargamente las lechuzas.
Me avisan las miradas aviesas.
Me informan las entrañas sacrificadas.
No hay remedio:
tengo una cita en Samarkanda.
(De Diario íntimo de una bomba a punto de estallar)
en la humedad crepuscular de Afrasiab.
Me espera un kilo de dinamita en Samarra,
en la orilla izquierda del Tigris.
Me acecha una granada en Orán,
o un vómito de sangre en Nankín,
la muerte en cualquier ciudad vestida de tristeza.
Me alertan amargamente las lechuzas.
Me avisan las miradas aviesas.
Me informan las entrañas sacrificadas.
No hay remedio:
tengo una cita en Samarkanda.
(De Diario íntimo de una bomba a punto de estallar)
Sirinok, de Rodolfo Santana
No hay comentarios:
Publicar un comentario