(En latín, desiderium significó, originariamente, ocaso de un astro, después añoranza, y en una época tardía, deseo)
Esta debe ser la profunda e invencible tendencia
que me empuja a apropiarme de tí
de muy diversas maneras,
pero sobre todo
a poseerte sexualmente.
Los animales tienen periodos de celo,
y hasta los elementos químicos
tienden a atraerse entre sí,
o a repelerse:
este debe ser, sin duda,
mi tributo
a una fuerza consubstancial al universo,
mi raíz mineral,
aunque hay quien dice
que el deseo
-incesante morir y renacer-
sólo es propio del individuo humano.
El deseo desgarrado,
el amor loco.
(De Si me preguntas de dónde vengo)
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