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lunes, 16 de junio de 2008

Dios

Richard Lynn, profesor emérito de psicología en la Universidad de Ulster, ha publicado en la revista académica Intelligence un estudio en el que se comprueba que los más cultos tienden a creer menos en Dios. El estudio constata que entre las personas mejor formadas hay una tasa de ateísmo mucho mayor a la de la media de la sociedad.

Según Lynn, esto explicaría la actual crisis de vocaciones religiosas: en la sociedad actual la mayoría de la gente tiene una formación mucho mayor a la que se tenía hace años, lo que explica que cada vez menos gente crea en Dios, en cualquiera de sus formas.

Según recoge The Daily Telegraph, un estudio que se desarrolló entre los miembros de la Royal Society probó que el índice de creyentes (un 3,3% de los miembros) era muy inferior a la media de creyentes que hay en la sociedad (68,5%).

Lo explicaba Marx: "Tras buscar un superhombre en la realidad fantástica del cielo, el hombre se ha encontrado sólo con el reflejo de sí mismo y le ha perdido el gusto a no encontrar más que esta apariencia de sí, el antihombre, cuando lo que busca y tiene que buscar es su verdadera realidad.

"El fundamento de la crítica irreligiosa es: el hombre hace la religión, la religión no hace al hombre. Y ciertamente la religión es conciencia de sí y de la propia dignidad, como las puede tener el hombre que todavía no se ha ganado a sí mismo o bien ya se ha vuelto a perder. Pero el hombre no es un ser abstracto, agazapado fuera del mundo. El hombre es su propio mundo, Estado, sociedad; Estado y sociedad, que producen la religión, como conciencia tergiversada del mundo, porque ellos son un mundo al revés. La religión es la teoría universal de este mundo, su compendio enciclopédico, su lógica popularizada, su pundonor espiritualista, su entusiasmo, su sanción moral, su complemento de solemnidad, la razón general que la consuela y justifica. Es la realización fantástica del ser humano, puesto que el ser humano carece de verdadera realidad. Por tanto, la lucha contra la religión es indirectamente una lucha contra ese mundo al que le da su aroma espiritual.

"La miseria religiosa es a un tiempo expresión de la miseria real y protesta contra la miseria real. La religión es la queja de la criatura en pena, el sentimiento de un mundo sin corazón y el espíritu de un estado de cosas embrutecido. Es el opio del pueblo.

"La superación de la religión como felicidad ilusoria del pueblo es la exigencia de que éste sea realmente feliz. La exigencia de que el pueblo se deje de ilusiones es la exigencia de que abandone un estado de cosas que las necesita. La crítica de la religión es ya, por tanto, implícitamente la crítica del valle de lágrimas, santificado por la religión."


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