He tenido la suerte de nacer como una tempestad
con los ojos abiertos para ver bien las cosas.
No obstante, me encadenan pesadas leyes
y polvorientos legajos en el registro de la propiedad.
Si desato mi fuerza, me tachan de loco.
Si me quedo quieto, sospechan que conspiro.
Por eso vivo sin ocuparme de nadie
y procuro que nadie se ocupe de mí.
Entre un momento y otro, gozo del presente
mientras se disipa el tiempo que me ha sido concedido.
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