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sábado, 22 de octubre de 2016

Las siete de la tarde


Soy solo un hombre pendiente de una puerta.
De la marcha del reloj.
Del minuto que falta.
En medio del murmullo desocupado
de las siete de la tarde
y ese tono especial que invade
el bar de Magisterio,
soy solo un hombre pendiente de una puerta.

Como un idiota tengo miedo a que esta vez no venga.
Pero de un momento a otro,
quizás antes de terminar de escribir,
va a llegar,
va a aparecer por esa puerta,
va a besarme
y abrazarme
y llenarme los oscuros recodos del corazón hasta estallar.

A mis años,
ya se ve,
soy solo un hombre pendiente de una puerta.

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