En la misma calle en que vives,
en la misma ciudad
—acaso en el mismo planeta—
escribo tu vida en un cuaderno.
Mientras duermes
o te desvelas al paso
del camión de la basura,
ardo con tus asuntos
en el altar del insomnio.
No tengo soluciones que darte,
ni amigos influyentes,
ni dinero, ni regalos.
Y sin embargo
hablo del brillo de tus ojos.
Aunque no sé quién eres,
y aunque no sabes quién soy.
(De Noticias del frente)
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