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sábado, 11 de junio de 2011

Ciudad City (4)

Salió de la ducha descalzo y envuelto en una toalla grande.

-Vaya Rayco, así duchado y afeitado hasta pareces una persona.

-Gracias.

-Aquí tienes ropa limpia de mi ex, creo que te servirá. La tuya la he puesto en la lavadora. Ya ví que no traías muda.

-Bueno, en compensación haré la comida. ¿Tienes calabacines?

-Sí, en la nevera hay. A ver qué vas a hacer.

Se terminó de secar y se puso el pantalón y la camiseta de algodón que Sara le había sacado, mientras el gato se rozaba en sus piernas.

En la cocina puso aceite en una sartén y le echó una cebolla picada. Después peló unas cuantas papas y las cortó en trozos pequeños, añadiéndolas cuando se doraban las cebollas. Al final de todo echó tres calabacinos también troceados y le añadió un huevo, revolviéndolo. Lo sacó del fuego, repartió todo en dos platos y cogió dos cervezas de la nevera.

-Aquí está: mi famoso pisto ultrarrápido.

-Mmmm, está muy bueno- dijo ella probándolo-. Por cierto, no es por estropear el momento, pero ya me puedes explicar qué coño haces con esa pistola rara que tienes en la mochila.

-No deberías haberme registrado la mochila. Y no es una pistola, es un subfusil.

-¿Un qué?

-Una metralleta. Una P90 belga, por si quieres saberlo.

-Pues no, prefiero no saberlo. Y prefiero que no hayas traído eso a mi casa. ¿Pero en qué puñetero lío te has metido?

-Sólo serán un par de días, ya te lo dije.

Ella siguió mirándolo en silencio. Él se levantó, recogió los platos y los llevó a la cocina. Cuando volvió al salón, se sentó y empezó a hablar mirando al suelo.

-Después de tantos años me han descubierto. He seguido manteniendo todas las normas de seguridad, día tras día, año tras año.

Hizo una pausa para encender un cigarro.

-Por eso me di cuenta enseguida de que me vigilaban. Recogí lo imprescindible y me largué.

-¿Y ahora que vas a hacer?

-Encontrar a Tania. Ella es la única que puede sacarme de esta.

-Joder, no me digas que Tania existe de verdad. Creía que era un mito, un truco para engañarlos.

-Vaya que si existe. La vi un par de veces. La segunda me salvó el culo.

-Pues a ver si está viva después de tantos años. O si está en el país. O si está en condiciones de ayudarte…

-Conozco a alguien que conoce a alguien que conoce a alguien… Ya sabes cómo va esto.

-De acuerdo pero, por favor, ten cuidado.

Le acarició la cara con delicadeza mientras le miraba a los ojos.

-Anda, bobito, vamos a la cama.

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