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domingo, 28 de noviembre de 2010

Córdoba

Te ves diminuta
y blanca
entre mis brazos,
enredada en mis pies,
con tus labios rojos
en mi sexo.

La habitación es fresca
como tu boca.
Liviana
y húmeda,
tus ojos siempre
sonríen
mientras te amo
-con delicadeza,
como si fueras a romperte-.

Echo de menos
tu piel
y los geranios.


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