Se puede quitar a un general su ejército, pero no a un hombre su voluntad.
(CONFUCIO)
(CONFUCIO)
Es la voluntad lo que vence
a los monstruos que nos obligan al olvido,
que nos asfixian
en pequeños fallecimientos cotidianos
teñidos de ceniza
o en muertes gigantes y vacías
impregnadas en vísceras y en sangre.
Es la voluntad de ser pese a todo,
por encima del pantano plagado
de caimanes adoradores de lo absurdo.
De pie, a rastras, a duras penas,
de cualquier modo, peleando:
la ingeniera, el albañil, la maestra,
que emergen del insomnio
en cayucos frágiles y audaces,
en naves de desesperación y de deseo.
Quién no se levanta no atraviesa los sueños,
no transita a la estatura humana,
no transforma la adolescencia en fuego,
no crece, no cruza, no gana.
He aquí que existimos.
Respiramos:
carne cálida, flemas, besos.
Hacemos frente a los depredadores
con una quijada, una idea o un machete.
Esta es la voluntad, la determinación, la fuerza.
Nunca más víctimas o esclavos.
Nunca más eclipse, gemido o acefalia.
Nunca más yunque, mula o masa.
Con el corazón, con el alma,
con los puños apretados.
Desde ahora, en todas direcciones.
Desde ahora, lúcidos y feroces.
a los monstruos que nos obligan al olvido,
que nos asfixian
en pequeños fallecimientos cotidianos
teñidos de ceniza
o en muertes gigantes y vacías
impregnadas en vísceras y en sangre.
Es la voluntad de ser pese a todo,
por encima del pantano plagado
de caimanes adoradores de lo absurdo.
De pie, a rastras, a duras penas,
de cualquier modo, peleando:
la ingeniera, el albañil, la maestra,
que emergen del insomnio
en cayucos frágiles y audaces,
en naves de desesperación y de deseo.
Quién no se levanta no atraviesa los sueños,
no transita a la estatura humana,
no transforma la adolescencia en fuego,
no crece, no cruza, no gana.
He aquí que existimos.
Respiramos:
carne cálida, flemas, besos.
Hacemos frente a los depredadores
con una quijada, una idea o un machete.
Esta es la voluntad, la determinación, la fuerza.
Nunca más víctimas o esclavos.
Nunca más eclipse, gemido o acefalia.
Nunca más yunque, mula o masa.
Con el corazón, con el alma,
con los puños apretados.
Desde ahora, en todas direcciones.
Desde ahora, lúcidos y feroces.
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