Premio

Lo de los premios literarios es mera lotería. Un asunto de pura chiripa el que te toque un jurado que no tenga ya a algún "recomendado" o no se asuste por el contenido de tu obra. Por eso uno no puede sino tomárselo con mucho escepticismo. No es que vaya de sobrado ni que no agradezca el detalle del jurado del Ciudad de Las Palmas de Poesía de este año. Se trata de que estas cosas son flor de un día, y no puedo creérmelas demasiado. Después del premio sigo escribiendo tan bien o tan mal como antes. Claro que, que quieren que les diga, mejor que me lo den a que no me lo den. Mucho más cuando ese premio es para una obra que se titula Diario íntimo de una bomba a punto de estallar. Bueno, bienvenido sea.

Y gracias a las pocas y queridas amigas y amigos que se han alegrado de corazón, seguramente más que yo. En cuanto a los enemigos, no creo que a los potentados del imperialismo y del colonialismo les importe un pimiento el asunto.

Por cierto, a la lectura del fallo apareció fugazmente el alcalde de Las Palmas, el inefable Jerónimo Saavedra, solo para anunciar que no se podía quedar al acto porque tenía que ir con la "princesa Elena". Ya se sabe, no es lo mismo la glamourosa monarquía que esos malditos poetas y otras gentes de mal vivir. Dónde se va a comparar. Y si encima el premiado es un comunista, ni hablemos.

Es lo que tiene haber estudiado en los mejores colegios de Vegueta.