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lunes, 7 de julio de 2008

Clases

Reconozco que, aunque pro-curo guiar mi vida por el principio de Terencio de "nihil humanum me alienum puto" (nada de lo humano me es ajeno), hay una clase con la que no puedo comulgar. "Una clase a la que no pertenecimos porque no podíamos ir a sus colegios ni llegamos a creer en sus dioses, / ni mandamos en sus oficinas ni vivimos en sus casas ni bailamos en sus salones ni nos bañamos en sus playas ni hicimos juntos el amor ni nos saludamos", cantaba Roberto Fernández Retamar.

Mi única experiencia en determinado cenáculo de esa burguesía fue con ocasión de la presentación de un libro colectivo, y no precisamente por mi elección. El salón estaba lleno, y me pareció sumamente extraño para un libro que sólo combinaba poesía y pintura. Acabadas las intervenciones, asistí atónito a una especie de apertura del Mar Rojo: las señoronas se abalanzaron cual marabunta sobre las mesas de canapés que estaban a un lado y los señorones sobre las del whisky que estaban al otro.

Dos o tres personas de mi familia que me acompañaban, con la dignidad proletaria que caracteriza a mi gente, se sonrojaban de vergüenza ajena ante el lamentable espectáculo que daban aquellos a los que, de seguro, no faltaba el dinero para comer o beber. En medio del abrevadero, parecíamos estatuas absolutamente aristocráticas (reconozco que hubiese quedado fetén mirarlos a todos con un monóculo), desdeñando a los que comían como una piara sólo porque el pienso era regalado.

Así que comprenderán que no me extrañe de que su visión de lo público sea pagar campañas a políticos para que les entreguen servicios públicos, les consigan licitaciones o les den subvenciones. O directamente les regalen el 90% de los impuestos que tendrían que pagar, RIC mediante.

Me quedo con los míos, que tienen que levantarse todos los días para ganarse el jornal. Con los que crean la riqueza y hacen andar el mundo. "Y la esperanza de que las cosas pueden ser diferentes, deben ser diferentes, serán diferentes". Todavía hay clases.

[La foto es de mis padres, Teodoro y Estela, pura estirpe proletaria]


Mercedes Sosa canta Duerme, duerme, negrito

[La paz romana. Fidel Castro.]

[¿Habrá o no habrá? Juan Gelman]



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