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viernes, 20 de junio de 2008

Ética

Me temo que, salvo en asunto de relaciones sexuales libres entre adultos, me estoy convirtiendo en un puritano. De esos que defien-den ideas tan exóticas como que no se puede cortarle el cuello a un ser humano y estar en la calle, por muy influyentes que sean los amigos del asesino. Que no se puede atracar a una viejecita, ni robar dinero público. Que no se puede privilegiar desde la administración pública a determinadas confesiones, o amigos, o familiares, o empresarios. Que no se puede acosar trabajadoras, ni física ni moralmente. Que no se pueden aceptar regalos ni financiación electoral de las empresas a las que se dan contratos públicos. Que no se puede mentir, ni siquiera en campaña electoral.

Y vean que les hablo de ética, y no de moralidad que, aunque parezca igual, no es lo mismo. Porque mientras que la ética es el modo de ser adquirido mediante el ejercicio de la virtud, la moral hace referencia más bien al comportamiento considerado adecuado por la costumbre. Y las costumbres que rigen por estos lares, e incluso se consideran inteligentes, dan escalofríos. Una moral cuyos mandamientos se resumen en dos: pelotazos y agujeros.

Aunque, siendo justos, estas prácticas no son achacables al conjunto de los canarios. "Dinero llama dinero", según el dicho, y ni usted ni yo tenemos el capital necesario para multiplicar los millones y las heces. Así que estos asuntos son propios de nuestra burguesía, sector laja.

Claro que, como explicaba el viejo Marx, en cada sociedad «la ideología dominante es la de la clase dominante». Y si los de arriba se llevan miles de millones como si tal cosa, por qué no va uno a llevarse unas miles de pesetas. Lo malo es que, si robas poco dinero, los jueces te meten un buen puñado de años en la cárcel. Si no, ni chicha ni limoná.

Así que aquí quedamos unos cuantos tipos raros, un poco tontainas, que creemos en eso de la ética, del trabajo bien hecho, de la honradez. Valores desfasados, bajos. O sea, de las clases bajas.

Pero si a alguien cabe exigirle como premisa una intransigencia ética a prueba de bomba, es a quienes dicen defender a las trabajadoras y los trabajadores, a quienes se atreven a hablar en nombre de la izquierda. Vamos, me parece a mí.

(Dedicado a la compañera Ana Viera, en señal de solidaridad)

The Beatles cantan Can't Buy Me Love

[La hormiga y el elefante. Fidel Castro]

[Europa infame. Agustín Mora]

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